viernes, 24 de diciembre de 2010

Relato Navidad y Premio!

- Este año tampoco va a nevar... - contestó la pequeña niña apesadumbrada a la profesora del internado.

- Seguro que sí. No te preocupes. Ya verás como esta semana te levantas, y ves el patio lleno de blanco.- la animó la profesora. Pero Phoenix no la creyó.

- No.- murmuró ella, haciendo un mohín.- No va a nevar. Ni ahora ni nunca. Desde que murieron mis papás, nunca he visto cómo es la nieve, o qué se siente al tenerla entre tus manos.- la profesora, sorprendida por la respuesta de una niña de 6 años, se calló por unos instantes. No sabía qué decir. Era cierto que los padres de Phoenix habían muerto en Navidad dos años atrás, y que desde entonces no habían presenciado ninguna probabilidad de nieve, pero era una mera casualidad. O eso pensaba la profesora, porque Phoenix no estaba de acuerdo.

- Anda, vete a jugar con tus compañeros al patio.- ella echó un vistazo por la ventana, atendiendo a todos los niños y niñas que jugaban a pasarse el balón e intentar quitárselo al equipo contrario. No. Ese tipo de juegos no le gustaban a ella. Tendría 6 años, pero odiaba estar en un internado. Y lo peor de todo: odiaba no tener padres con los que pasar la Navidad.

Phoenix asintió derrotada cuando la profesora le dio un par de golpecitos en sus tirabuzones rubios, animándola, y se dirigió camino del patio, situado cerca de un gran bosque que conectaba el internado con una caseta de madera.

A Phoenix no la gustaba la Navidad. Eso hacía que recordara a sus padres y su muerte. Asesinato. Eso fue lo único que presenció ella. Como ella, mientras dormía, escuchó el estruendoso grito de su madre, y, cuando fue en su ayuda, vio a ésta en los brazos de su padre, desangrados ambos. Desde entonces Phoenix nunca volvió a creer en la Navidad. El 30 de diciembre de ese mismo año, el abogado tutor que se la asignó a Phoenix la mandó interna a este internado, y, desde entonces, había vivido como había podido en este catastrófico y fúnebre lugar.

Ningún niño le había dirigido la palabra, y ni siquiera había hecho algún amigo. Nada. Estaba sola, con más compañía que su gatito de peluche, blanco, como la nieve que tanto ansiaba ver por estas fechas.

Pero ella lo sobrellevaba, y seguía adelante, con o sin ayuda. Y, ahora, como ella era muy curiosa, se alejó al bosque que estaba cerca del patio, separándose de los demás niños.

Caminó, no supo durante cuánto tiempo, por aquel bosque cubierto por una gruesa capa de hojas secas. No sabía dónde estaba, o qué haría para volver de nuevo a aquellas aburridas clases, donde los niños se manchaban unos a otros con pinturas acrílicas, o hacían moldes con la plastilina de colores.

Pronto comenzó a notar frío, no el típico frío otoñal que siempre había en Alabama, no; frío invernal. Tanto, que empezó a tiritar. Pero no paró de andar.

Se detuvo cuando divisó una pequeña cabaña de madera, al lado de un lago, congelado ya. ¿Cómo podía ser eso posible? El frío se iba haciendo más pesado, tanto, que el primer pensamiento de Phoenix fue correr a refugiarse dentro.

- ¿Estás perdida, Phoenix?- preguntó una voz desconocida para ella. Pero ni siquiera se molestó en pensar por qué aquel tipo de ojos celestes sabía su nombre. No. Ella estaba enfadada, porque era 24 de diciembre y ni tan siquiera había nevado. Odiaba la Navidad.

- No.- refunfuñó ella.- No quiero volver allí.- hizo un gesto con la cara, señalando al internado que ni tan siquiera sabía donde estaba. Eso hizo sacar una pequeña sonrisilla al muchacho.

- Me llamo Lucas.- la tendió la mano. Ella frunció el ceño, pero, finalmente, se la estrechó. Él tenía unas manos muy cálidas, suaves, a pesar del frío que hacía a su alrededor. Lucas notó la tristeza y el enfado en la cara de Phoenix.- ¿Qué te pasa, pequeña?- inquirió él, dubitativo. La niña suspiró, y volvió a decirle lo mismo que a la profesora.

- Este año no va a nevar.

- ¿Y cómo es que sabes eso?- replicó Lucas, con media sonrisa. Phoenix resopló.

- ¡Porque nunca ha nevado desde la muerte de mis papás!- chilló la niña, ya harta de que todo el mundo la intentara subir la moral. Eso hizo sonreír más a Lucas.

- ¿Y si te dijera... que puede nevar si lo desearas?- ella le miró sorprendida, pero no respondió. No. Ella sabía que era imposible eso.

- No es cierto. Algo así nunca pasará.

- Inténtalo al menos. Por probar no pierdes nada.

La niña lo hizo. Deseo con todas sus fuerzas. Pero, al abrir los ojos, todo el paisaje seguía igual. Bueno, quizá no todo; algún zorro habría matado un conejo, las hojas se habrían caído al suelo... Pero ningún copito blanco. Phoenix fulminó con la mirada a Lucas, y éste rió complacido.

- Quizá haya que dar un empujoncito.

Lucas se llevó las manos a los labios, y, desde estos, mandó un beso de aire a Phoenix. Un viento helado le heló la cara. Y, después, comenzó a nevar.

Ella sonrió como no lo había hecho en los últimos años. Estaba feliz. Eso era lo que ella quería. Y, ahora, podía recordar a sus padres, y los buenos momentos que habían vivido, decorando el árbol, comprando la comida para Nochebuena... Unas lágrimas de felicidad emanaron de su rostro.
- Phoenix... - llamó una voz conocida. Un niño del internado estaba a un par de metros de ella, tiritando de frío.- ¿Qué haces aquí? ¿Estás perdida?

- No... Estaba con... - pero para cuando fue a mirar de nuevo a Lucas, éste había desaparecido.- Estaba buscando mi gatito.- repitió, diciendo su primera mentira.

Ethan, que así era como se llamaba el niño, le tendió la mano.

- Venga, vamos. Hace mucho frío. Podremos ver la nieve más calentitos desde el internado.

Phoenix sonrió, y agradeció mentalmente a Lucas por haberle ayudado. Después de todo estas Navidades no serían tan malas. Nevaba, recordaba a sus padres ¡e incluso había hecho un amigo!

Ella tomó la mano de Ethan y juntos se fueron caminando de vuelta al internado, calentándose mutuamente.


Y el premio. Muchas gracias a Meli Vazquez por este magnífico premio. Me encantan los muñequitos de nieve xD


Esperemos que os haya gustado el relato. No contará para el Concurso, como dijimos, pero teníamos ganas de hacer uno. Muchas gracias a todos los que ya nos han enviado los relatos de Navidad, nos gustan un montón todos =), y a los que lo están escribiendo todavía, estamos deseando leerlos.

Otra cosa: vamos a empezar mañana a escribir el segundo capitulo. Muchas gracias a todos los que comentaron el primero =D

XoXo Y que paseis una muy buena feliz Navidad!!!!

viernes, 17 de diciembre de 2010

Capitulo 1

- Cariño, ¿estás segura que quieres ir hasta allí sola?- preguntó su madre, con un timbre de preocupación. Rose suspiró, cansada de que su madre siempre la dijera eso en el coche, después de acercarla hasta la residencia de ancianos.

- Claro, mamá, estoy segura. Además, no creo que me pase nada, ¿no?- añadió, forzando una débil sonrisa.

No. No la podía pasar nada peor que esto, que ver todo oscuro y negro, ni tan siquiera poder observar la mueca preocupada de su madre.

Sintió cómo su madre la daba un beso en la frente, llenando esa parte de una calidez maternal. Deseó poder verla en esos momentos. Pero, ya que no podía, se conformó con tocarla la mejilla húmeda, por la que cayeron algunas lágrimas.

- Cuídate, ¿vale? Y no te metas en líos.- le dijo su madre. Rose asintió y, decidida, bajó del coche, apoyándose en la puerta durante unos segundos, y, mentalmente situándose en el lugar.

Tras entrar a la residencia, ya sabía perfectamente dónde se encontraba. Había venido todos los días por la tarde en los dos últimos años. Aquí se sentía tranquila y a gusto; nadie la criticaba a sus espaldas, no como en su colegio. Se sentía como en su segunda casa. Había hecho incluso hasta amigos.

Eran más o menos las 4:45, por lo que la mayoría de los ancianos se deberían encontrar en el salón, o bien viendo la tele, o jugando a las cartas, mientras charlaban de los cotilleos semanales.

Rose fue caminando hacia allí, apoyándose en las paredes, sintiendo el tacto suave y liso que tenían. Cuando finalmente consiguió llegar hasta la puerta, oyó como las voces de los ancianos se reían dentro. Abrió entonces la puerta. Y la primera voz que escuchó la reconoció al instante.

- Rosemarie, querida, te estaba extrañando. ¿Puede llegar hasta mí?- preguntó una anciana, sentada en el sofá. Rose sonrió, y, sin ayuda, tal y como la última vez la prometió a la señora Grahamm, caminó hacia ella con paso decidido. Cuando sintió que estaba cerca, la anciana la tendió la mano, y la mostró una sonrisa que Rose no llegó a ver.- Vaya. Parece que esta vez me tendré que tragar mis palabras.

Rose abrazó a la anciana con ternura, y comenzaron a charlar sobre el día de hoy.






- Joder... ¡Y que tengas que ir a donde esos tíos para que te dejen en paz...! ¿A quién se le ocurrieron esas jodidas normas?- se quejó un chico de aspecto amenazante. Keellan suspiró con hastío, recordando que si no hacía lo que esos “tíos” le mandaban, iría de regreso al centro de menores, o incluso a la cárcel, ahora que ya había cumplido la mayoría de edad. Sí, le tenían bien agarrado.

- A los polis y al abogado que me enviaron a aquel maldito y apestoso lugar.- replicó él, sin atender a las personas que se les quedaban mirando sorprendidos por la calle. Pero Keellan ni tan siquiera se fijaba, solo maldecía por dentro el día en que aquel maldito crío de 16 años le dio un puñetazo en la mandíbula. Por su culpa estuvo un año en un correccional.

- Creo que ya has llegado a tu destino.- comentó Ian, el chico que lo acompañaba. No era su amigo, solo salía con él porque su hermana estaba buena. Nada más. Y así tenía excusa para entrar en su casa.

Keellan ni tan siquiera le dijo adiós. Entró al maldito asilo, como lo solía llamar él, dejando con la palabra en la boca a Ian.

Nada más cruzar la puerta se sorprendió a sí mismo yendo hacia secretaría, para comenzar sus trabajos comunitarios.

Entabló unas simples palabras con la persona que había detrás del mostrador, y, según ella le dijo, se dirigió hacia la sala de estar.

Tras prácticamente tirar la puerta de lado, se quedó petrificado en su lugar al oír aquella voz femenina cantar. Y esa canción... era la que su madre le entonaba de pequeño. Era la única que ella se sabía, realmente. No conocía ninguna otra, puesto que cuando la madre de Keellan era una niña, solo podía ver El mago de Oz, y de ahí aprenderse esa canción: Somewhere Over The Rainbow.

Sí... Recordaba que cuando sus padres peleaban, él cantaba aquella canción debajo de las sábanas, transportándose a un lugar más allá de aquel multicolor arco-iris, pensando que aquellos gritos podrían disiparse. Pero cuando su madre murió años más tarde, supo que nunca más volvería a escuchar aquella melodía que le traía tantos recuerdos, tanto buenos como malos.

Mientras él la observaba cantar, ella miraba a un punto fijo en la nada, mostrando una tierna y pequeña sonrisa. Como si ella también se trasladara al mismo lugar que Keellan hacía cuando tenía 6 años. Como si lo consiguiera divisar con sus ojos.

Y, cuando ella llegó a los últimos versos de la canción, pareció sentir interiormente esas palabras. Si los pequeños y felices pajaritos vuelan más allá del arco-iris, ¿por qué yo no puedo? “¿Y qué significado podría tener para ella esas simples palabras?”, se preguntó Keellan.

Cuando ella  cantó la última nota de la melodía, toda la gente que había en la estancia aplaudió; incluso Keellan se vio tentado a aplaudir.

La anciana que estaba a su lado le dijo algo y ella, levantándose con torpeza, camino cerca de la pared hacia la puerta donde se encontraba él plantado.

Entonces pudo verla bien la expresión de su rostro: sus grandes ojos grisáceos miraban a la nada, y estaban bastante dilatados; sus cejas, finas y algo arqueadas, hacían de su rostro un retrato perfecto para un pintor; y su piel, blanquecina y con alguna que otra peca, la daba un aspecto aniñado. No supo en qué pensar.

La muchacha, sin darse cuenta que él estaba en mitad de la muerta, se chocó con él. Pensaba en decirla lo bien que había cantado, lo hermosa que era, o por qué mostraba tantas emociones al cantar esa canción, pero lo único que se escapó de sus labios fue:

- Mira por donde vas.

Ella alzó las cejas. No le había visto. Por supuesto que no. Ni había notado su presencia hasta ahora. No le contestó nada, simplemente asintió y siguió su camino, yendo a comprar el sándwich mixto que le había encargado la señora Grahamm. 

Antes de que él pudiera añadir más, desapareció.

- No deberías haberla dicho eso, muchacho.- advirtió una señora de pelo canoso. Linda Grahamm. Él ni siquiera se había dado cuenta que se dirigía a él hasta que vio su rostro a centímetros del suyo.

- ¿Y qué la importa a usted?- replicó él, encogiendo los hombros, fingiendo indiferencia.

- Créeme. Ella tiene sus razones para no haberte visto. Pienso que deberías ir a pedirla disculpas.- sus ojos color miel adquirieron un brillo especial cuando el no respondió, sabiendo que estaba realmente arrepentido.- Está en la máquina expendedora. Ve y no pierdas el tiempo; es oro.

Y eso fue lo que hizo. Fue a pedirla perdón. Porque él no quería hacerla daño con sus palabras. Porque eso era lo que le habían hecho a él, y terminó muy dañado. 



Primer Capítulo. Espero que os guste.

XoXo

Savannah And Rose.Twi

jueves, 16 de diciembre de 2010

Concurso de Navidad!! =D

Hola de nuevo! Al final hacemos el concurso de Navidad, viendo la de gente que se ha apuntado   -n.n-!! Son más de los que en un primer momento pensamos. Muchas gracias a todos por participar. Ahora mismo contestamos a todas las preguntas que nos hicisteis.

* Para empezar:

1- El Relato Corto puede ser de cualquier género, tanto romance, fantasía, terror... Lo que queráis con tal que trate algo de la Navidad.

2- Una vez que tengáis escrito vuestra historia, tenéis que mandárnosla por correo electrónico a: dark-and-mortal@hotmail.com, poniendo como tema CONCURSO DE RELATOS CORTOS DE NAVIDAD; además de mencionar vuestro nombre de usuario y blog. (Si no tenéis blog, avisarnos. No pasa nada) 

3- Las fechas de inscripción son desde hoy mismo, día 16 si no me equivoco, al día 6 de Enero del año que viene. A partir de ahí pondremos los relatos de l@s concursantes en el blog y la gente votará su favorito (Nosotras también xD)

4- Las votaciones finalizarán el día 13 de Enero, y anunciaremos a los concursantes el 15 de Enero. 

5- Los premios serán para las 6 personas que consigan mayor número de votos. Estos consisten en:

                    1º Ganador: se llevará 3 premios hechos por nosotras( sí, tendré que aprender a manejar un poco el photoshop. Aunque bueno, Rose me ayudará xD), un Diploma, un Banner para su blog, una recomendación de su blog por nosotras, y.... ¡Le haremos un relato corto como regalo (podrá elegirlo del tema que quiera)!
                     
                     2º Ganador: se llevará dos premios también nuestros, un Banner para su blog, un diploma y una recomendación.

                     3º Ganador: se llevará un premio nuestro, una recomendación y un diploma. +

                     4º Ganador: se llevará un diploma y una recomendación.

                     5º Ganador: Diploma.

                     6º Ganador: Diploma.

No es que sean unos premios de 100000 de euros, pero bueno, nunca antes habíamos hecho un concurso así y no sabíamos qué tipo de premios poner... u.u Espero que no os echéis atrás. 

Nosotras pondremos nuestro Relato ( que no contará en el concurso, como ya dijimos hace días. Solo lo hacemos porque tenemos muchas ganas) lo colgaremos sobre la semana que viene, el 23 o 24. Estamos empezando =)

Bueno, mucha mucha mucha suerte a todos los participantes, y, si seguís teniendo alguna duda, no olvidéis en comentárnosla ;)

XoXo

Savannah

martes, 14 de diciembre de 2010

Concurso de Navidad

Hola! Habla Savannah. Rose está de exámenes, y yo acabo de aprovechar un rato libre para informaros de una cosa que hemos pensado el lunes en el insti ambas (sí, vamos al mismo insti xD) El caso es que el otro día la comenté qué la parecería hacer un relato corto acerca de la Navidad, y ella se puso muy contenta. Ese es el punto de esta entrada. RELATOS CORTOS DE NAVIDAD. Me explico.

Queda poco para la Navidad, todos lo sabemos, y estamos muy ilusionados y contentos de hacer las compras y recibir los regalos... Bueno, pues, sinceramente, me gustaría realizar un concurso de Relatos Cortos. Pueden tratar de lo que sea: romance, fantasía, ciencia ficción, drama, comedia, suspense... Incluso nosotras estamos dispuestas a aportar nuestro granito de arena (claro, que nuestro relato no contará xD) 

Me gustaría saber si os gustaría participar. Habrá premios, por supuesto, como en todo buen concurso, y para los 3 primeros puestos ganadores. De momento proponemos esta idea para ver qué tal fluye, y si hay gente interesada y dispuesta a participar, haremos otra entrada diciendo los premios y el plazo del concurso. 

Nos alegraría muchísimo que participarais =D

Otra cosita más, pero esto no tiene nada que ver con el concurso. El siguiente capítulo lo publicaremos el viernes por la tarde (hora de España). Está casi casi acabado =) 

Además, ahora que tengo la oportunidad, nos gustaría agradecer a todas las personas que han comentado el capitulo (que son muuuuchas. Cuando lo vi me quede de piedra y por poco me pongo a llorar de la alegría. Me alegra muchísimo que os guste el prefacio ^^) y a todos los seguidores, tanto nuevos como los más antiguos. De verdad, muchísimas gracias. 

Bueno... y creo que eso era todo. Dejar un comentario diciendo si queréis participar. (Nos daría una alegría tremenda) Y recordar: vale cualquier tipo de relato, con tal que trate algo de la Navidad.

Muchas gracias, XoXo

Savannah

viernes, 10 de diciembre de 2010

Prefacio

Magia. Una simple e inverosímil palabra de cinco letras. Algo que la mayoría de los niños pequeños creen. Algo con lo que incluso llegan a soñar, creyendo que llegarán a un mundo imaginario y las cosas de las que quieren evadirse desaparecerán; que todos sus problemas podrán solucionarse con tan solo decir “Abra Kadabra”, que simplemente serán felices cuando un príncipe llegue hasta la torre más alta del castillo y les declare amor eterno, o que simplemente puedan volar y rescatar a su hermosa doncella.

Pero, ¿y qué pasa cuando la realidad supera a la magia? ¿Cuando estás tan herido, o tan afligido, que ni siquiera tienes tiempo de pensar en cómo acabará tu “cuento de hadas personal”? ¿Qué pasa cuando ni tan siquiera puedes ver el mundo que te rodea?

Yo sé la respuesta: Quieres morir. Ese es tu primer pensamiento, el único que pasa por tu cabeza cuando intentas comprobar qué es el objeto que estás tocando, y ni tan siquiera lo ves. Cuando intentas con todas tus fuerzas ver tu cara frente al espejo, y lo único que ves es una mancha negra que ocupa toda tu visión, y que se extiende a lo largo de tu iris, quedando tan negra como tu retina; cuando intentas ver cómo ha amanecido, y ni tan solo ves una nube negra oscureciendo tu precioso cielo. Cuando caminas por la calle, y lo único que haces es chocar con personas que lo único que dicen es “Mira por dónde vas”.

Pero aprendes a vivir con ello, pasado un largo período de tiempo, claro. Aún me pregunto qué habría sido de mi adolescencia si hubiera podido ver la luna, o su reflejo en el lago que hay cerca de mi casa, o si tan solo hubiera podido leer algún libro por mí misma, o haber hecho alguna estúpida y ridícula apuesta con tu mejor amiga para averiguar quién es capaz de subirse al árbol más alto.


Magia... ¿Cómo puedo creer en ella, si mi vida carece de ella?