- O sea... - la voz de Rose era confusa, intentando asimilar lo que su madre le estaba contando.- Lo que me estás intentando decir es que hoy vamos a conocer al hombre con el que vamos a vivir los próximos años, y su hijo, el cual es... ¿un delincuente?
- Bueno... – aceptó la madre- algo parecido.
- ¡Mamá!- exclamó Rose, haciendo que la atención de la madre volviera de nuevo a ella.- Lo que te estoy intentando decir no es eso. Sino que deberías habérmelo dicho antes. Ni siquiera sé cómo es él, o si te trata bien. O si le quieres...
- Sí, le quiero. Al igual que él a mí.- Rose sonrió.
- Eso es bueno. ¿Cómo es?- la preguntó con interés. La madre suspiró, enamorada.
- Es alto, bastante alto; moreno, amable, generoso... – la madre se quedó sin palabras.
- ¿Y dónde vamos ahora?- investigó Rose, alisándose el vestido lila de seda que le había comprado su madre para esta ocasión.
- A un restaurante.- contestó ella, mirando un par de segundos a su hija, y después devolviendo la concentración a la carretera.- Es uno de los mejores.
- ¿Hemos ido antes?- su madre se pensó la respuesta un par de segundos.
- Creo que fuimos una vez cuando tenías 10 años. No estoy muy segura.- se interrumpió ella misma.- ¡Llegamos!
Samantha ayudó a bajar a Rose del coche.
Cuando entraron en el restaurante, un olor a diversos platos de comida inundó el olfato de Rose, causándola un pequeño rugido de tripas. Mientras, Samantha, la conducía donde estaba su enamorado y los hijos de éste para presentarles.
John, que era el que estaba más atento y el que se había dado cuenta de que ya habían llegado, dio un pequeño codazo a sus hijos, y se levantó para saludar a las recién llegadas. Se acercó a Samantha y depositó un suave beso en sus labios, dejándola por un momento sorprendida.
- Rose, cariño, quiero presentarte a John.- el hombre le tendió la mano.
- Mucho gusto. Tu madre ha hablado maravillosamente de ti.- Rose se la tomó.
- El gusto es mío, señor.
- Me gustaría presentarte a mis hijos, también. Chicos.- les llamó, haciendo que inmediatamente los dos chicos, uno más mayor que el otro, pegaran un brinco en el asiento. El de más edad se quedó boquiabierto. Era ella.
- ¿Rose?- inquirió con una voz algo más aguda, intentándose cerciorar que era ella la que se encontraba a más o menos un metro de distancia. Ella abrió los ojos. Reconocía aquella voz. Era...
- ¿Keellan? ¿Eres tú?- adivinó, tapándose con una mano la boca. Eso le provocó una pequeña sonrisa a él.
- Bueno... – comentó sorprendido el padre.- Veo que os conocéis. Mi otro hijo se llama Jace.
Jace, de tan solo 7 años, no esperó a que ella le ofreciera la mano, sino que saltó a sus brazos.
- ¡Jace!- le reprochó su padre.- ¡No seas tan efusivo!- el pequeño Jace hizo un puchero.
- Lo siento, papá.- y volvió a ocupar el lugar donde estaba al principio.
- Será mejor que comamos antes de que me muera de hambre.- comentó Keellan, sin apartar la vista de Rose.
Rose estaba paseándose de lado a lado del buffet. Tenía hambre, pero dado que no sabía dónde podrían estar sus platos preferidos, tenía que guiarse por el olor. Y cuando miles de olores se cuelan por los orificios de tu nariz... bueno... lo mínimo que puede hacer es liarte aún más. No sabía dónde se encontraba el olor a macarrones, o el queso fundido que provenía de algún lugar de la cocina. O los champiñones guisados. O incluso las patatas fritas. El único olor del que podía distinguir su posición era el kiwi. Suspiró. Después de todo la comida de los restaurantes no es que estuviera muy allá.
- ¿Preguntándote que plato coger?- inquirió una voz grave a sus espaldas. No le hizo falta darse la vuelta para reconocer la voz de Keellan.
- Si al menos pudiera ver la comida... O al menos clasificarla. – resopló ella, haciendo una mueca.
- Veamos... - oyó su voz mucho más cerca de su oído.- ¿Prefieres pato a la naranja o macarrones gratinados con un salteado de champiñón?- preguntó.
- Creo que me decanto por los macarrones.- contestó ella con nerviosismo. Nunca había tenido a un chico tan cerca de su cara. Ni de sus labios. Keellan rió.
- Me lo imaginaba.- tomó el plato que ella tenía en sus manos y echó una ración en él.- Y... ¡voilà! Ya puedes degustar la comida tranquilamente.
- Gracias. – pero no se movió del sitio. Keellan, dándose cuenta de esto último, la miró de nuevo, y la descubrió mordiéndose el labio inferior y mirando con disimulo de un lado a otro de la habitación.
- ¿Qué pasa?- cuestionó él.
- Es que... bueno... no sé dónde está nuestra mesa... – contestó ella.
- Vale. Esto... Te acompaño cuando me haya cogido mi comida, ¿vale?- ella asintió, más tranquila.
- Y... ¿qué... qué te ha parecido lo de... tu padre y... mi madre?- preguntó ella. Keellan se encogió de hombros.
- Psé. Ni me va ni me viene. Mientras mi padre me deje mi espacio vital, me importa lo más mínimo con quién se junte. A menos que sea la novia de Frankenstein.- ella sonrió.
- Bueno... mi madre no es ese monstruo.- bromeó ella, provocando que una risa jocosa saliera de la boca de él.
- No... ya lo veo. ¿Y a ti?
- Bien. Mientras ella sea feliz... – hizo un pequeño silencio.- Ella ha sufrido mucho con la muerte de papá.
Keellan no supo qué responder ante aquella frase. Se quedó pensando en qué decir, pero nada útil y no carente de sentido le vino a la cabeza.
Mientras pensaba en qué decir, o en algo que pudiera aliviar la tensión que había comenzado a producirse entre ellos, vio una figura demasiado familiar.
- Espera un momento aquí. No te muevas.- le advirtió.
Rose no supo por qué de repente él se había puesto tan tenso, pero, al oír el tono de voz de su advertencia, hizo caso y se quedó de pie con su plato de macarrones.
Keellan prácticamente corrió hasta donde se encontraba aquella persona, ahora sonriente por haberle encontrado.
- Ian.- murmuró él. Arg. Ese tío cada vez le ponía peor. Primero porque se había tomado peor de lo que pensaba el que Keellan se acostase con su hermana Daphne, y, segundo, porque era un maldito pelota e hipócrita. Claro, que en cuestión de fiestas y alcohol era el mejor. - ¿Qué cojones haces aquí?- preguntó entre dientes, viendo como cada vez la sonrisa del otro muchacho se ensanchaba más y más.
- Ya ves. Una simple visita.- contestó, encogiéndose de hombros.- He oído que estabas aquí cenando con tu futura “madre” y “hermana”. - comentó, echando un vistazo dentro del establecimiento. Keellan se interpuso entre la pared cristalina e Ian.
- ¿Quién te ha contado esa idiotez?- inquirió, intentándoselo quitar de encima. Ian no es que fuera el más listo del instituto…
- Mi hermanita. Al parecer, tu padre y el mío hablan a menudo, y en las comidas familiares se les escapan demasiados detalles.- sus labios formaron una gran sonrisa ladina.
- Bueno, sí. Es cierto. ¿Y qué? ¿A qué vienes a meter tus narices?- preguntó Keellan, harto y enfadado.
Ian caminó un par de pasos hasta ver a la chica que de ahora en adelante iba a ser la hermana de “su mejor amigo”. La verdad es que no estaba para nada mal: pelo largo, ondulado y oscuro; delgada y ojos claros. Nada mal. Parecía estar esperando a su “hermanito”. Eso provocó que Ian sonriera todavía más, si es que eso era posible.
- Tranquilo, Kell. Somos amigos. Y los amigos pueden tirarse a las hermanas de otros amigos. Y… dado que tú ya lo hiciste con la mía, creo que ahora es mi turno.
Muy buenas a tod@s!!! Primero y ante todo, sentimos no haber podido publicar antes, pero con la vuelta al insti y los deberes, ejercicios, etc. no habíamos tenido mucho tiempo. Respecto al relato corto de la ganadora, vamos a empezarlo cuanto antes, al igual que intentaremos comenzar lo antes posible a hacer los premios. Para las personas que se estén preguntando el tema que Nef ha elegido, os lo diremos: Cazadores de Sombras. xD
Os dejamos el capitulo 3! Esperemos que os guste. No olvidéis decirnos qué os ha parecido =D
XoXo